viernes, 15 de octubre de 2010

La revalorización del maestro rural

Siempre se ha considerado que quienes abrazan la docencia sienten muy fuertemente esa vocación; podría decirse que en el caso de los maestros rurales se trata de una verdadera entrega personal. No sólo porque ejercen su función al frente de una escuela donde la mayoría de las veces viven solos y son al mismo tiempo el maestro, el director y el empleado administrativo, sino porque también suelen ser médicos, confesores y asistentes sociales de la pequeña comunidad en la que viven y trabajan.

Esta realidad es bien conocida por los más de 150 maestros de 15 provincias que en Tandil, del 13 al 20 del actual, participaron del XXIX Encuentro Nacional de Maestros Rurales, organizado por la Asociación de Maestros Rurales de la Argentina (AMRA) para confrontar y encontrar soluciones a los numerosos problemas que hoy enfrenta su trabajo; interiorizarse de las nuevas prácticas pedagógicas; compartir las enriquecedoras experiencias de otros colegas de distintas partes del país, y revalorizar para ellos y para el resto de la sociedad el papel de la escuela rural en la Argentina.

En principio, las dificultades de los docentes de las zonas rurales pueden no diferenciarse demasiado de las de sus colegas de los centros urbanos en actualización de contenidos y capacitación en nuevas tecnologías para la enseñanza, pero todas ellas están magnificadas por la centralización y el aislamiento en que se encuentran habitualmente, vinculados a la falta de incentivos de todo tipo y de atención de parte de las autoridades. A esto hay que agregar las profundas falencias que aún se evidencian en la capacitación específica para ser un educador rural. Por supuesto, no puede dejar de advertirse que todos estos inconvenientes inciden sobre su trabajo al frente de las aulas y con sus alumnos.

El primer encuentro de maestros rurales se realizó en 1958, a instancias del ex Consejo Nacional de Educación y de la Unesco. Tan exitoso fue que, desde entonces, ha logrado mantener su continuidad. El prestigioso educador argentino Alejandro Nogués Acuña fue quien elaboró los que serían los lineamientos fundamentales sobre la actividad docente rural, por lo cual la AMRA lleva su nombre.

En este último encuentro en Tandil, hubo también una palabra oficial; fue la del secretario ejecutivo del Consejo Provincial de Educación Técnica y Trabajo de la provincia de Buenos Aires, Roberto Mouillerón, quien en su discurso inaugural tocó un tema crucial para los establecimientos bonaerenses: el equipamiento telefónico, por ejemplo, tanto de las escuelas técnicas como de las rurales, y aseguró a los asistentes el compromiso del gobierno provincial para que la educación vuelva a ser un camino directo hacia el trabajo.

Ser educador rural no es una tarea simple, y los asistentes a este último encuentro han vuelto a coincidir en que se necesitan condiciones especiales y sentir mucho amor por la comunidad en donde se está ejerciendo el cargo. Pero, además, y ésta fue una de las principales conclusiones, es urgente insistir en su capacitación -reflotando, quizá, las escuelas normales regionales-, la actualización del material didáctico (incluidas las computadoras) y el mantenimiento en condiciones adecuadas de los ámbitos de trabajo.

Los maestros rurales no ignoran que, posiblemente, en el próximo encuentro muchas de sus preocupaciones actuales sigan sin resolverse, pero no dudan de que, como ocurrió en éste, también habrá nuevos asistentes, esos jóvenes a quienes una vocación indestructible los lleva a continuar la labor desarrollada por sus antecesores.

Es de esperar que las actuales autoridades educativas presten atención a esta realidad, porque sobre ella se sustenta todos los días gran parte del futuro de toda nuestra comunidad.

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